viernes, 3 de abril de 2009

Los Mapuches merecen un capítulo a parte del resto de los indios chilenos.
No sólo parecen proceder de un tronco distinto del Chincha-Chileno, sino que además eran el grupo indígena más numeroso y culturalmente importante de nuestro territorio.
Una raza de fieros guerreros y poderosos magos, con una gran concepción teológica de la vida y con un un culto mortuorio muy atractivo.
Fueron, además, el único pueblo americano capaz de detener al conquistador español en cruentas batallas, en donde los despliegues de valentía e inteligencia militar crearon una curiosa admiración mutua entre enemigos.
Algunos grandes lonkos como Calfucura, inclusive llegaron a tener sitiados pueblos y ciudades del lado Argentino, en épocas relativamente recientes.


Latchman y Encina llaman a sus ancestros como los Moluches, que significa Hombres de la Guerra.
Habrían entrado por alguna parte de Cautín hasta la zona en que actualmente habita, desde La Ligua hasta Chiloé, siendo su centro cultural la región de La Arauncanía.
Los nombres Arauco y Araucano, para referirse a los Mapuches y los pueblos de esa zona en general, provienen de la demoninación que hiciera Alonso de Ercilla en su magistral obra "La Araucana".

Cazadores, recolectores, agricultores y ganaderos, medían cerca de un metro 60 centímetros y tenían cuerpos proporcionados, con piel lampiña y levemente oscurecida. Sus ojos y su pelo eran negros, y los rasgos de sus rostros tenían algo más de delicadeza que el resto de las razas aborígenes americanas.
El lenguaje de los Mapuches se denomina Mapudungún, y ha sido compartido por otros grupos. Tenían un fuerte sentido de pertenencia a la tierra, expresado desde ya en la traducción de su nombre, pues Mapuche significa Hombre de la Tierra. Su emblema era la estrella de ocho puntas, que simboliza a Oiyehue, a Venus.

Su organización social era segmentada, con grupos locales que compartían una tradición común, en torno a un antepasado en particular conocido como Pillán.
Entre los mapuches, los difuntos pasan a ser figuras totémicas de la tradición familiar y del clan. Los grandes antepasados pasan a integrar el poder de la naturaleza, en sus beneficios y sus calamidades.
Ese es el Pillán, cuyo poder se ha extendido miles de veces tras la muerte, divinizándose y alojándose principalemente en los volcanes, símbolos activos de este poder majestuoso y temible. Sólo el Dios Supremo de los mapuches, el Gran Nguenechén, es capaz de lidiar con las fuerzas del Pillán y calmar sus iras en tiempos de cataclismos.
El ritual del "nguillatún" originalmente era eso: rogar a Nguenechén que intercediera por los hombres. El muerto es un "ia". Un cadáver cuya alma o "alwe", que ha acompañado al hombre durante toda su vida como una sombra, volará a integrarse a la naturaleza y transformase así en materia del Pillán.
Los jefes civiles eran los Lonkos, llamados Caciques por error. Generalmente era un anciano o un guerrero experimentado, cabeza del grupo familiar y del clan. En guerras, los jefes militares eran los Toquis, cuya insignia de mando o "cetro" era la llamada Clava, pequeña hacha de piedra tallada. Ercilla habla del Cinche, un líder que en períodos de guerra o crisis asumía una especie de conexión divina, siendo encarnado por un gran espíritu representante de la colectividad. Peleaban con flechas, lanzas, mazas y boleadoras.

Sus magas eran las Machis, poseedoras de enormes poderes y de una representación del mundo simulada en los trazos de su Kultrún o tambor ritual. Se cree que los Machis podrían haber sido hombres en un principio, cargo que posteriormente quedó a cargo de las mujeres al tener que partir ellos a la guerra. Realizaba ritos curativos como el Machitum, y vestían coloridos trajes adornados con colgantes llamados Sikel. Era común que recurrieran en su trabajo a los Rehues, postes mágicos escalonados y rematados en su extremo superior por la efigie de una cabeza humana, siendo expertas, además en el uso de hierbas medicinales. A sus muertos los enterraban en cementerios. Las joyas y la ornamentación corporal era muy común entre la mujeres. Habían una fuerte valoración de la música a través de instrumentos como tambores de cuero y madera, los Trompes y las Trutrucas, ambos de viento.
Las familias era patriarcales, y un hombre podía tener varias mujeres, algo común en las sociedades guerreras por la muerte constante de los varones. La casa era la Ruca, de madera y juncos, mucho más sofisticadas de lo que habitualmente se cree, aunque de todos modos rústica. Todas las labores relacionadas con la mantención de la Ruca era tarea de las mujeres. Los hombres en general gustaban de jugar un agresivo pasatiempo llamado Chueca o Palín, muy parecido al hockey.
Grandes jefes militares y héroes casi legendarios han salido del pueblo Mapuche, especialemente durante la Conquista de Chile, como Lautaro, Galvarino, Colo-Colo y Caupolicán.

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